Si bien la firma digital no es algo nuevo, la pandemia aceleró procesos y resaltó la importancia de contar con un soporte tecnológico que permita brindar soluciones desde donde uno esté.
Esta iniciativa, amparada por la ley, indica que los documentos y firmas electrónicas tienen el mismo efecto legal que los contratos celebrados por escrito y en soporte de papel.
Demás está decir que en términos laborales, la tecnología ha cobrado una gran relevancia en las empresas y ha sido clave durante todo el proceso de aislamiento para poder continuar realizando las labores sin impedimento y permitiéndoles así poder cumplir las metas propuestas de la mejor forma posible.
Bajo ese contexto, la firma electrónica digital, permite desde cualquier lugar lograr validar un documento laboral legalmente -a excepción del finiquito-, ya que tiene el mismo efecto que los contratos celebrados por escrito.
Existen dos tipos de firma electrónica: la simple, que es para documentos privados y la avanzada, que es para documentos públicos, y debe ser suscrito mediante la firma avanzada.
La primera, puede ser refutada al igual que los contratos celebrados por escrito y en soporte en papel. La segunda es certificada por un prestador acreditado, y ha sido creada usando medios que el titular mantiene bajo su exclusivo control.
La implementación de esta tecnología permite a las empresas poder realizar tareas de home office y así lograr la validez legal en todas las firmas y contratos establecidos.
Una vez más, entender a la tecnología como principal aliada permite crear innovación empresarial dando herramientas necesarias para el cumplimiento general de objetivos de la organización.